domingo, 4 de julio de 2010

Insomnio


Estaba encendiendo otro cigarro, había perdido ya la cuenta de cuántos llevaba. Solo sabía que el cenicero estaba repleto de colillas y cigarros sin terminar. En el cenicero también se adivinaban estos de algún que otro porro, éstos, normalmente le ayudaban a conciliar el sueño pero esa noche no, esa noche ni siquiera eso le permitía dormir, ya no podía más.
Estaba solo, puso en el aparato de música el último disco de su grupo favorito y se fue al baño a refrescarse un poco. De camino al baño, su mente fue recorrida por cientos de pensamientos que, a su vez, no le permitían pensar con claridad.
El agua le caía por el pelo pegándosele a los ojos y a la cara, tenía unas ojeras muy marcadas y bolsas en los ojos...
Llevaba días sin dormir y se le notaba... Le molestaba que la gente se lo dijera, pero tenía que aguantarse... No rendía en el trabajo, ni siquiera con su novia, con la que había discutido horas antes por enésima vez en pocos días.
Salió de debajo del chorro de agua fría y se miró al espejo, se quedó frente a él un largo rato, se daba auténtica pena de sí mismo. Se empezó a afeitar pero no atinaba y al poco tiempo tenía la cara ensangrentada. Se puso a llorar.
Quitarse la vida no era algo que tuviera en mente, pero aquella extraña situación le superaba. Iba a tomar una decisión drástica, no podía más.
Fue a abrir la ventana de su séptimo piso en el céntrico barrio de Malasaña cuando sonó el teléfono, llamaban del hospital, su padre había sufrido un infarto.
No podía dejar a su madre sola en un momento así, cerró la ventana y se fue corriendo hacia el hospital.

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